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El hombre que más amó a Jesús



Por varios años he cultivado el dibujo y la pintura. No me gusta decir que soy un artista del lápiz y el color porque todavía estoy esperando el día en que tenga pleno dominio de alguna técnica. Hasta la fecha, los materiales hacen lo que quieren conmigo, y no se digan las formas, nunca resulta lo que yo quiero: yo no controlo el lápiz, el lápiz me controla a mí.

Durante algunos meses estuve buscando los trazos necesarios para ilustrar a San José, quería a un padre cercano a su hijo, a un hombre que, sin importar su ausencia en los evangelios, se revelara a través de los colores como el hombre que más amó a Jesús. Finalmente lo logré, y no fue obra de un mes o un año, fue cosa de horas, pero después de algunos años. Así, sin más, el padre y su hijo decidieron brotar plácidamente sobre una hoja cuadriculada, de esas que me ayudan a no perder el rumbo de las líneas ni las proporciones de la anatomía humana.

Ciertamente no sabemos cuánto tiempo el Mesías tuvo a su padre consigo, lo que sí me atrevo a asegurar –y lo hago a través de esta ilustración– es que el Hijo de Dios fue profundamente influenciado por este hombre, el carpintero. Y fue tanto el amor por él que no tuvo miedo a morir sobre un cruce de maderos. Si a su madre le dedicó algunas palabras al dejarla al cuidado de Juan, a su padre le dedicó una de sus últimas memorias mientras el martillo hundía los clavos sobre su carne para sujetarlo cruelmente sobre la cruz.​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​



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